
*Por Rogel Soto
Con la llegada de Adolfo Pérez de León a la dirección del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (INABIE), el panorama ha cambiado de forma significativa. Según destacó recientemente el periódico *El Nacional*, con su designación desaparecieron las quejas y denuncias de irregularidades que durante meses habían empañado la institución.
Respaldado por su eficiencia administrativa y criterio profesional, Pérez de León ha logrado normalizar la alimentación escolar, un servicio vital para miles de estudiantes que en el pasado se vio afectado por retrasos y cuestionamientos. Al mismo tiempo, ha consolidado procesos de compras transparentes que generan mayor confianza en el uso de los recursos públicos.
El logro no es menor: en un contexto donde la opinión ciudadana suele asociar la administración pública con irregularidades, el hecho de que se resalte la estabilidad y la eficiencia como resultados visibles habla de un liderazgo capaz de pacificar tormentas y devolver credibilidad.
No obstante, el reto de Pérez de León va más allá de las soluciones inmediatas. La verdadera prueba será garantizar la sostenibilidad de estas prácticas, de modo que la transparencia se convierta en cultura institucional y no solo en un logro de coyuntura. Si ese camino se consolida, su gestión podría sentar un precedente para otras entidades del Estado, donde la confianza ciudadana sigue siendo un recurso escaso.
En definitiva, lo que hoy se reconoce como un respiro administrativo podría convertirse en una lección más profunda: la muestra de que con voluntad, disciplina y ética, la administración pública dominicana puede transformarse en un espacio de eficiencia y credibilidad.


